Llegan las primeras lluvias y mi mente vuela a ti. El otoño se acerca, su olor, su mezcla de colores, el olor a tierra mojada. Esta época del año tiene un significado especial desde que entraste en mi vida. Diste respiro a mis hojas caídas mojándolas a diario, pintaste en mi, tonalidades de colores que ni siquiera antes mis retinas podían distinguir. Me diste a percibir amaneceres radiantes, combinados con nubes bajas, que amenazan con impregnar mi cara de ilusión desaparecida. Aportaste atardeceres anaranjados que subían al nirvana mis deseos apagados. Encendiste esa llama extinguida que poco a poco se fue apagando, para conservarla siempre viva en mi interior. Me diste a oír melodías que despiertan los sentidos. Me enseñaste a soñar despierta y sueño. Prometiste pegar lo roto y se encuentra indestructible. Me formaste para amar lo inimaginable y me encuentro escribiendo un nuevo libro que cada día mejora. Amenazaste con hacerme volar y vuelo cada vez que tus manos rozan mi piel. Aprendiendo entre tus manos el verdadero significado de temblar, cada vez que dibujas en mi piel y creas con mi cuerpo, cual pintor o escultor dirige sus manos para la culminación de su obra. ¿Qué porque te amo desde lo más profundo de mi ser? Deberías preguntártelo a ti.
